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08.12.2017

Entrevista a Sofía Rhei

“La preocupación obsesiva por el paso del tiempo es el gran tema de la Literatura”

En los cuatro volúmenes ( hasta ahora) de la saga “ El joven Moriarty” ( Editorial Nevsky, 2013 – 2016) Sofía Rhei ha volcado todo su victorianismo , toda su sensibilidad y experiencia en la narración sincera, sobria y emotiva de la infancia distinta y especial de un niño que, mucho antes de ser conocido, para siempre, como el Napoleón del Crimen, recorrió todo un camino iniciático que nos cuenta quien mejor se lo sabe, su biógrafa.

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¡El malo como protagonista!
Como era muy arriesgado incluir un protagonista malo en un libro infantil los editores no las tenían todas consigo. “ ‘Uff a ver cómo hacemos esto porque los padres…!”. así que tras darle muchas vueltas decidimos contrarrestar con otros elementos que fueran un poquito más educativos. Así que incluimos elementos histórico - científicos haciendo hincapié en lo que se iba inventando en cada momento.

De ahí la inclusión de un glosario al final de cada libro.
Claro; y, bueno, eso también forma parte de leer y mas hoy en día en que la literatura infantil está dividida en libros descaradamente comerciales y descaradamente pedagógicos que van encaminados a las escuelas.

Es decir, en libros de reglamento y libros reglamentados.
Es una manera de decirlo. (risas). En cualquier caso los dos extremos están muy polarizados así que nosotros quisimos hacer algo  que, de alguna manera, estuviera a medio camino , no sé si lo hemos conseguido del todo … creo que nos hemos quedado un poco en el lado educativo pero bueno, esa era un poco la intención, hacer un libro muy entretenido, con ingredientes de humor que mostraran un lado rebelde y el personaje malo que también fuera  un estímulo para que los chavales pensaran y se plantearan cosas y, para esto, es ideal el género policiaco que inventó Conan Doyle.

Bien se podría decir que sus personajes son los Niños Perdidos, un puñado de niñas y niñas, que aprenden a manejarse, a ser ellos mismos, en un mundo de adultos…
Si, quieren ser adultos antes de tiempo; quieren el poder y llegar a él muy rápido.

Son niños y niñas hipersensibles, alertas, curiosos y todos tienen una cierta melancolía.
Sí, claro, son tristones, porque saben que están solos, aislados. Lo natural sería que se aliasen  pero sus personalidades solitarias se lo impiden.

Sus personajes admiran a Dodgson, Verne, Theodesius…  los adultos que se saltan las reglas o las ponen a su favor…
Si, son personajes que se dan en la época victoriana, en todas las épocas los hay, pero en esa se convertían en héroes pro la exploración científica.

Es un momento dorado en el que parecía que estaba todo por descubrir y todo podía ser descubierto.
Eso es muy jugoso para un narrador. Hoy en día tenemos una visión de la ciencia como algo inaccesible, parece que hay que estudiar mil años y, sino, nadie va a poder entenderla ni comprender el progreso ¿No? ¡No sabemos ni cómo funciona una televisión, no digamos un móvil! En la época victoriana – bueno, aunque esto siempre se diga en retrospectiva -  la tecnología aún era accesible para alguien que estuviera interesado y podía soñar con hacerse explorador o, al menos, mecánico (risas).

La ciencia fascinaba y seducía.
Si, además, dedicarse a la ciencia daba un prestigio social, cosa que ahora tampoco sucede. El retrato que la sociedad hace de los científicos es de sheldons , personas socialmente apartadas, muy autistas, que no encontraran pareja ni amigos;  algo, desde luego, muy distinto del científico victoriano que era un hombre de mundo admirado por sus iguales que le hacían monumentos,…  era, en suma, un aventurero.

El fascinante mundo victoriano en el que conviven maravillosas meriendas con extraordinarios descubrimientos.
Claro, es que los polos del mundo victoriano son cosas muy chulas (risas) y, bueno, espero crear un poco de fascinación a los jóvenes lectores a quienes, ahora mismo, todos los libros que s e les ofrecen tienen que ver con ordenadores.

Y si sus personajes serían los Niños Perdidos, Moriarty sería, claro, Peter Pan.
Si, Peter Pan está ahí, subyace, en mis libros. La literatura victoriana nos impregna de maneras en que, a veces, no nos damos ni cuenta. Yo, por ejemplo, soy muy consciente de Alicia. Aunque, para mí, Moriarty es, a veces, lo contrario de Peter Pan, en el sentido de que lo quiere todo y lo quiere ya y, para eso, se comporta con once años como un adulto que quiere imponer sus reglas.

Como Peter Pan, también sufre por la falta de madre o la decepción con el padre.
Sí, claro es que el fin de la infancia es eso, la “muerte” de los padres.

Su padre le falla.
Sí, y eso que en algunos aspectos podría haber sido un padre “a su medida” porque, por una parte, es muy inteligente pero, por otra, no tiene la ambición por hacer el mal que tiene Moriarty.

Como le ocurrió a Conan Doyle con su padre.
Si, se habla de esa historia en el tomo 3 cuando los Moriarty visitan al reverendo Dodgson en Oxford y aparece como personaje Conan Doyle que es muy pequeño, tiene tres años y también aparece su padre en los momentos en que tenía el convencimiento que estaba en contacto con el mundo de las criaturas sobrenaturales. Ese tema es muy interesante: la voluntad de querer ir constantemente más allá en todo y buscar la fuente última de las reglas de la naturaleza.

La relación con lo sobrenatural es una de las claves de la época victoriana y post victoriana…
Lo es y, en los libros, Moriarty se mantiene, por una parte, como un escéptico y, por otra, como demasiado frio. Él no logra creer en cosas que no ha visto o comprobado y, en cierto modo, se burla del espiritismo y de quien en él creyera por mucho que, en esa época, fuera parte de la ciencia.

Le cito: Supongo que todo depende de lo que se entiende por hada.
Claro ¿Qué existe y que no existe? ¿Cuál es la frontera entre la realidad y la imaginación? En aquel entonces no estaba nada claro. Había una apertura a las posibilidades de lo desconocido. En cualquier momento podía llegar un explorador desde no se dónde diciendo que había encontrado un dragón y la gente tenía que aceptarlo o, al menos, mantener una duda razonable como ocurre en los libros de “El Joven Moriarty” con el pájaro dodo o la planta carnívora.

Hasta el propio Conan Doyle…
…  dio por válidas las hadas de Cottingley. Es algo que a mí siempre me ha parecido súper raro porque esas niñas recortaron las fotos de una publicación y, en aquella época, no podía haber tantos libros ilustrados como para que no pudiera rastrearse la procedencia de las fotos. Me parece muy inverosímil que nadie reconociera las figuras.

Es que Conan Doyle quiere, fervientemente, creer y no se detiene ante nada…
Claro, eso es parte de la fractura entre el mundo de la infancia y el de los adultos. Si le hubieran preguntado a un niño: “¿Oye y estas hadas?”; con la mayor naturalidad del mundo hubiera contestado algo así como: “Son las de mi libro que tengo ahí tirado” y hubiera seguido a lo suyo.

Es curioso que eso le ocurriese a Conan Doyle el prohombre por excelencia de la sociedad británica.
Ya, esto es una cosa que, retrospectivamente, nos sorprende mucho pero que en esa época tenía mucho más sentido. Creo recordar que fue el propio Doyle el que dio por buena una supuesta obra de Oscar Wilde  -que se habría transcrito desde el más allá vía una médium- con el irrefutable argumento de que se pueden falsificar muchas cosas pero no el talento.
(risas)
Hombre, yo comparto ese querer creer en cualquier cosa que esté más allá de las absurdísimas limitaciones de la vida real;  aunque, por otra parte, la vida real no sea nada limitada ¿no?. Lo que pasa es que, sencillamente, a lo mejor, hay que excavar un poquito … lo que sí es verdad es que si nos fascina lo sobrenatural es porque, de existir, seria la prueba que hay vida más allá de la vida y aquella dejaría de ser algo tan angustioso.

Y su Moriarty no cree…
Es tremendamente racional, exclusivamente racional, paródicamente racional si quieres y, digamos que no cae en las trampas de hacerse ilusiones o de crearse expectativas porque la vida le ha enseñado a no creárselas y el dolor que le puede causar que no se cumplan.

Y, sin embargo, le fascina Alicia y ese mundo fantástico del que puede entrar y salir y del que tiene las llaves de todas sus puertas.
Si, bueno, claro, es que Alicia es un referente para muchas personas y muy, muy importante porque la verdad es que es el principio de la literatura fantástica, tal y como la conocemos, un origen que unos ponen en Kafka, otros en Lovecraft

Hay quien lo hace en Voltaire.
Sí, pero para mí muchos de los ingredientes que me interesan como… que el sueño de la razón produzca monstruos, que el pensamiento racional científico más lógico tiene ese reverso surrealista o completamente alejado de las lógicas sociales… salen de ahí, están en Alicia.

Alicia es una fascinación. Se puede leer mil veces sin llegar a pillarlo.
Claro, es que esta plagado de juegos de palabras y de referencias a la vida social victoriana yo sigo la edición de Martin Gardner que es buenísima.

Las notas de esa edición son todo un texto paralelo.
Si porque nos acerca al original.

Hay un aspecto de los libros de Alicia que está muy presente en su saga de Moriarty. El paso de la infancia a la adolescencia y de ésta a la madurez atravesando mundos de pesadilla primer libro de Alicia cuenta el paso de la infancia a la adolescencia y, el segundo, el de ésta a la madurez, en ambos se pasa por mundos de pesadilla.
Claro, en estos libros de los que estamos hablando, en Alicia, Peter Pan y, en mayor o menor medida, en casi todos los libros infantiles hay una preocupación, obsesiva, por el paso del tiempo que, en realidad, es el gran tema de la literatura, claro, es lo que nos preocupa de verdad.

Y, de ahí surgen los paraísos perdidos.
Si, hay un primer momento de deslumbramiento en que te dicen que la edad adulta también va a tener su propio paraíso y, por eso, Moriarty se quiere hacer mayor para tener control, poder, dinero … en resumidas cuentas, para hacer lo que quiera, para hacer realidad sus deseos pero, a la vez, convive con un punto de decepción contante cuando va advirtiendo que el  mundo de los adultos nunca es tan entretenido, divertido y fascinante como parecía entonces … eso le hace estar contantemente cabreado (risas)…

Culpable es la palabra que uno puede escuchar en el vocabulario de aquellos que nos e atreven a realizar sus deseos escribe en otro momento del libro.
Si, a la vez, esta búsqueda desesperada de la autosatisfacción para encontrar una especie de felicidad con la que soportar la vida que no llega a disfrutar, esta ausencia de remordimientos, le produce una enorme melancolía.

Es, en definitiva, un héroe trágico.
Lo es.

Durante su estancia en el colegio St. Oliver se siente un prisionero cuya prioridad es escapar.
Si, el colegio es, en realidad, un sistema de pruebas que están reguladas por una expectativa de…  ¡A ver como expresar esto!

Una expectativa de docilidad y de quedarte sentado horas y horas pasando por el aro, que es algo que va contra la naturaleza adolescente…

El colegio -la fábrica Stapleton– es una colección de, como poco, profesores disfuncionales saca lo peor de sus personajes niños.
Son unos adultos muy fracasados, son todos mentirosos y mezquinos; un abanico de modelos humanos extremos entre quienes, la verdad, Moriarty tiene poco donde elegir. Si las novelas son como una especie de Cluedo en el que todas las piezas están dispuestas y tienen que coincidir  y encajar los personajes de los profesores representan, en cierta manera, los pecados capitales : la gula, la soberbia, el individualismo extremo y…

Y el mayor de todos (que engloba a los demás) es la banalidad como ocurre con las madres distantes y distraídas y lejanas sin darse cuenta que se convierten, sin querer, en parodias de mujeres.
Tiene que ver con la clase social a la que pertenecen. Son mujeres de un estamento muy privilegiado que tenían sus nodrizas y cuidadoras. ¡No se hacían ni su propia toilette! ¡Imagínate cuidar de los niños!

Moriarty se decepciona gradualmente con los adultos.
Claro, está a la búsqueda de héroes, de figuras a quienes admirar y con intereses cercanos a los suyos. En Verne y en el Reverendo encuentra algunos de los ingredientes que le podrían interesar peros se le quedan cortos.

En cierto sentido Moriarty tiene una especie de pureza de emociones que no admite ser diluida.
Sí, es verdad, hay una enorme coherencia en él, también está presente su posible autismo … Es súper, súper ambicioso y tiene una sensación de que su potencial es inagotable. Le da mucha rabia que la gente se conforme y se ponga barreras diciéndose que no pueden o quieren llegar o que no quieran o pierdan el interés de ir más allá y explorar todos los caminos de la vida.

La saga acaba, por ahora, con Moriarty solo y desamparado frente a una calle que se abre a la nada …Ha fracasado. La última frase del cuarto libro asegura que  James Moriarty volverá a pesar de este negrísimo primer final.
Es que no deja de una mala persona. Es responsable de asesinatos aunque uno este por aclarar y del otro sea solo inductor o cómplice. El crimen siempre paga; además no se puede poner en un libro para lectores de 10 años que el asesino se vaya tan happy, happy.

Ha fracasado pero no se siente culpable.
Si, tiene los valores morales, por así decirlo, un poco alejados de la doctrina cristiana y de la moral europea.

Las ilustraciones de Alfonso Rodríguez Barrera, melancólicas e inquietantes…
Yo no sé hasta que punto esos dibujos les gustan mas a los adultos que a los niños (risas)… pero, en cualquier caso, retratan muy fielmente el espíritu, ambiente e ideas del libro.

Lo que no es fácil.
No, no lo es. No todos los ilustradores son buenos para cualquier libro y, además, no todos son buenos lectores y, en este sentido, Alfonso es un hombre muy culto e intelectual y, claro, sus visiones e interpretación de la historia aportan –no solo se limitan a ilustrar– contenido al libro.

Alfonso ilustra a medio camino entre John Tenniel y Edward Gorey.
Lo de Gorey era muy intencionado y buscado; fue la propia Marian Womcak quien se lo propuso y le encargó que buscara esa similitud.

Marian Womack, es la editora perfecta por su cercanía y afinidad con el mundo decimonónico.
Claro que lo es. De hecho, este proyecto partió de ella. Me dijo que quería hacer un libro muy británico y fuimos dándole vueltas y, entre las ideas que le propuse, nos decidimos por Moriarty porque nos pareció la más original y distinta aun con el temor de que los padres iban a poner peros y desconfiar que el un niño malo fuera el protagonista y, al final, Marian se arriesgó y mira…  que bien ha salido.

Que bien está saliendo, que aún queda, cuanto menos, un libro más o una nueva serie…
No te puedo decir porque aunque la serie ha funcionado bien pero, digamos, no lo bastante para justificar sine qua non la publicación de una secuela. Nada se puede afirmar en un mercado como el de los libros que está en un momento alarmante, en caída libre. Ahora mismo hay varias posibilidades que, en realidad. dependen del mercado internacional porque donde mejor ha funcionado el libro es en Latinoamérica y estamos sondeado para saber que les vendría mejor, que formato, etc.

¿La publicación como serie es una ventaja? 
Bueno, en general es verdad que las series funcionan un poquito mejor porque los libros tiran unos de otros y a los lectores le gusta tener los mismos personajes de referencia de un libro a otro pero hay otros factores como la cuidada edición que hacen al libro más caro de lo normal y eso hace que, si bien el primer libro “entra” muy bien los compradores sean reticentes a completar la saga y son consideraciones a tener en cuenta por una editorial pequeña. Ahora bien, cuando Marian me de el pistoletazo de salida…

Cuente…
Ya tengo completamente montado el argumento de un quinto libro. Transcurriría en la época universitaria de James y, claro, ya no estaría -salvo en algunos momentos- narrado en primera persona, perdería humor y sería el eslabón que une “El joven Moriarty” y el Canon.

No quisiera que se me pasara felicitarle por resolver el problema de los tres James Moriarty que ha atormentado durante décadas a eruditos y estudiosos.

Si ( risas) fue muy divertido escribirlo además el culebrón en torno al nombre es muy , muy  victoriano todo el culebrón.

Algo de lo que no tendrá queja.
Ni mucho menos ( risas) mi fascinación por todo lo británico es enorme y, claro, obsesionada con la literatura la época victoriana es la época dorada ya que han inventado todo:  el terror, la ciencia ficción ,el humor…

Su maestro.
Dickens siempre. Mío y de casi todos, lo reconozcan o no. Hasta el mismo Harry Potter no podría ser igual si esta señora no fuera tan dickensiana.

Es una literatura más divertida que, por ejemplo, “La colmena”.
Pues es un libro muy bueno aunque no me cae bien el autor.

(risas) Pero no fascina como puede hacerlo, por ejemplo,  “Drácula”. Se debería recuperar esa otra literatura como la de Torrente Ballester.
Que era un señor cultísimo que escribió género y todo súper divertido. Hay muchísimo género en “Don Juan” o en la “Saga Fuga”…

… “ Quizás nos lleve el viento al infinito” no deja de ser un Blade Runner galaico.
(risas) En realidad sí. A me gusta reivindicarle porque está injustamente olvidado.

Es que se puede hacer una historia alternativa de la literatura española sin garbanzo y caspa hasta Galdós y Pardo Bazán  ( por poner dos ejemplos) tienen historias de fantásticas.
Por no hablar de Bécquer; Valle Inclán o Rafael Dieste.

Hasta en un caso como el de Sánchez Ferlosio con dos obras como “El Jarama” y “Alfanhui”…
… Ambas son una maravilla.

Cierto, pero siempre prevalece el “Jarama” en toda consideración crítica.
Bueno, es muy experimental y supone otra manera de ver las cosas y, pese a lo que parezca, no es realista, aunque no sea de género; pero si es cierto que habría que hacer una  reflexión sobre la razón de que nos interese tanto el género de otros países y tratamos tan mal al nuestro.

Gran propuesta. Aquí queda.

Admin - 20:00:02 @ ENTREVISTAS