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17.05.2017
Entrevista a Sergio Colomino
“No soy capaz de explicar mi afición por Sherlock Holmes”
Para ser un dibujante frustrado no lo ha hecho nada mal. Pocos pueden presumir, en el mundo del comic español, de haber publicado, junto al gran Jordí Palomé, dos libros que narran con rigor, seriedad y brillantez las peripecias de un detective consultor y aventurero, trotamundos y finisecular, al servicio de su Majestad.
A continuación sigue la historia de conspiraciones, legados y muñecas… Rusas, naturalmente
Parece un cuento de hadas: Un debutante consigue que una gran editorial publique un comic de 200 páginas sobre Sherlock Holmes
En realidad, fue la editorial quien acudió a mí. Con motivo del estreno de la primera película de Holmes protagonizada por Robert Downey Jr., Norma se interesó en qué se había publicado en el extranjero, por si algún título resultaba interesante para traerlo a España. De modo que redacté un informe y, como apéndice incluí algunas ideas que tenía para títulos de producción propia.
Ese informe fue finalmente desestimado, pero una de las ideas, la de Sherlock Holmes en Barcelona, gustó lo suficiente para que me animaran a desarrollarla en un guión. Ese fue el germen de “Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona”, que acabaría convirtiéndose en un volumen de más de cien páginas, algo impensable para un autor debutante, por lo que sin duda Norma Editorial corrió un riesgo que afortunadamente le acabaría saliendo bien.
La editorial echó el resto: galería de ilustraciones, el mejor papel, enorme calidad de reproducción, extras, etc
Si, confió completamente en nosotros, dos autores noveles con nada publicado con anterioridad, para un proyecto de tal envergadura, y lo mismo puede decirse de todos los que se implicaron en su realización. Desde la colorista hasta el jefe de producción, pasando por el diseñador o incluso el departamento de prensa, todos dieron lo máximo de ellos mismos, y gracias a eso la obra acabó obteniendo un considerable éxito.
Aún así desde el 2010 al 2012 fue un largo proceso…
Realizar un cómic es siempre un proceso complejo y largo; si a ello añadimos que se trata de una historia de tipo histórico, en la que las referencias gráficas son muy importantes a fin de mantener la verosimilitud, la labor de investigación se añade como paso previo a escribir nada.
“Supe que no quería a otro dibujante” dijo tras ver las planchas de Jordi Palomé ¿Como es la división del trabajo con Jordi Palomé?
Cierto y a partir de ahí, Jordi y yo tuvimos que aprender a trabajar como tándem guionista-dibujante, algo para lo que no hay ninguna regla establecida y cada cual soluciona como se puede: finalmente logramos encontrar la mejor manera, y a partir de ahí todo fue mucho más sencillo.
En el primer libro, al no conocer del todo a Jordi, solía obligarle a ceñirse mucho más a mi guión, y creo que el dibujante (también novel) lo agradecía. En el segundo volumen, al conocernos mejor, este control ha sido mucho más flexible, y puedo decir que todos los cambios que ha realizado han sido aceptados sin problemas. Lo mejor de trabajar con Jordi es que es capaz de captar mi idea original y no solo reproducirla, sino mejorarla, lo cual hace que cuente con toda mi confianza a fin de cambiar lo que considere necesario.
¿En qué piensa como escritor y guionista?: en la página, en la secuencia, en su dibujante…
Siempre me he definido como un dibujante frustrado, y es que me habría encantado ser capaz de plasmar en imágenes lo que tengo en la mente. Sin embargo, no dispongo de la capacidad artística necesaria, así que he acabado centrándome en la creación de argumentos e historias.
A la hora de guionizar, siempre lo hago desde un punto de vista gráfico, ya que en mi opinión el cómic se apoya principalmente en la imagen: a fin de poder expresar lo que tengo en la cabeza, me resulta mucho más fácil hacer un boceto que describirlo con palabras, así que siempre presento a mi dibujante un guión gráfico. Por supuesto, añado también los diálogos y la descripción, pero para mí es mucho más sencillo realizar un pequeño esquema con la división en viñetas y lo que debe verse en cada una que reproducirlo en palabras. Por supuesto, después el dibujante añade y quita lo que considera necesario, pero el punto de partida siempre es ese boceto.
Sus narraciones parten de un absoluto respeto al Canon
A fecha de hoy, Sherlock Holmes es un personaje de dominio público. Sin embargo, y a diferencia de los que interpretan este estatus como que Holmes no pertenece a nadie, mi opinión siempre ha sido que en realidad pertenece a todo el mundo, lo cual me ha llevado a aproximarme a él con el máximo respeto.
No me parecen mal las distintas interpretaciones que cualquier autor ha hecho, algunas de las cuales han resultado ser brillantes y han aportado nuevos matices al detective, pero en mi caso, siempre he partido del modelo de Doyle, por eso, siempre que ha sido posible me he ceñido a la obra original, y he procurado respetar en todo lo posible la imagen y personalidad que aparece en el Canon.
Usa la voz interior para dar vida a los personajes
Al igual que en el Canon original, donde Watson es prácticamente el único narrador de las historias, a excepción de un puñado de relatos, me gusta la idea de emparejar a Holmes con otro personaje más “normal”, que le sirve de contrapunto. En el caso de “Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona” este personaje es Jaume Maspoch, hasta el punto de que la historia acaba llegando al lector a través de sus ojos, y por tanto su voz interior se convierte en el punto de vista que va guiando toda la historia.
La Barcelona del XIX es un lugar y un tiempo una época, en definitiva, perfecta para escribir y novelar, todo podía pasar…
A menudo se piensa en la Barcelona de finales del XIX como el contexto del Modernismo, con autores como Gaudí construyendo sus grandes obras arquitectónicas, y un auge económico sin precedentes. Sin embargo, al mismo tiempo era una ciudad convulsa, con un importante conflicto de clases que llevó al terrorismo y la violencia: esto es una realidad que existía, pero que pocas veces se ha plasmado. Mi intención era poner el énfasis en esta Barcelona más oscura, que llegó a ser conocida como “la ciudad de las bombas” por toda Europa, y donde el anarquismo influyó profundamente en la conciencia de clase de los obreros.
Refleja una Barcelona muy sombría y gris…
Jordi tuvo mucho que ver en eso: por un lado la historia transcurre toda prácticamente de noche; por otro el dibujante quería plasmar una ciudad que se alejara un poco de esa Barcelona “Modernista” que siempre se plasma. Según sus propias palabras, quería mezclar la Gotham de Batman con la ciudad de las bombas, de ahí esa ciudad lluviosa y oscura que aparece en la obra.
Es llamativo cuanto del libro transcurre en las penumbras y las esquinas. El uso del color, de la luz y de los negros de las tintas es fundamental en este libro…
Por otro lado, Jordi tenía muy claro que quería jugar con todos estos tonos oscuros, desdibujando perfiles: a lo largo de toda la historia los engaños y las apariencias falsas se van sucediendo, por lo que este ambiente de oscuridad nos venía muy bien, además de plasmar esa Barcelona sucia y criminal que buscábamos.
Del Liceo a las alcantarillas, la labor de documentación ha tenido que ser inmensa…
En una obra de carácter histórico, la documentación es un requisito al que el guionista debe enfrentarse: son innumerables los libros, obras de referencia y manuales que consulte, no solo acerca de los sucesos históricos sino también en cuanto a la manera de vestir, los carruajes, las calles, etc. A veces, descubrir un error suponía volver atrás y retocar una viñeta, pero creo que merece la pena a fin de ser honrado con el lector.
Mención especial para el Liceu, para cuya representación contamos con la inestimable ayuda de Joaquim Iborra, director del archivo del Teatro que nos ofreció toda la documentación y colaboración que necesitamos, de forma totalmente desinteresada.
Los anarquistas: medios tan precarios y una determinación enorme…
El anarquismo fue el motor principal del movimiento obrero, al menos en Catalunya, y pronto adquirió un cariz violento. Su fuerza se basaba en su número y la determinación de sus agentes, que no tenían nada que perder y pretendían agitar a las masas a la revolución, así como provocar el miedo entre la burguesía. Prácticamente olvidado hoy en día, el credo anarquista sería el caldo de cultivo de todas estas revueltas, al menos en la Barcelona decimonónica.
En este sentido, Paulí Pallás (el hombre que en un segundo hizo más por la causa que cualquier político), es todo un símbolo movimiento anarquista
Pallás es el primer terrorista importante del anarquismo en España, incluso fracasando en su ataque. De él procede la frase “La venganza será terrible”, y efectivamente su muerte provoca el atentado del Liceu perpetrado por Santiago Salvador y más adelante el ataque en la Procesión de Corpus de la Calle Canvis Nous, que llevaría al Proceso de Montjuïc. Así, pese a su fracaso, es el primer paso en la escalada de terror anarquista que sufriría Barcelona, y que provocaría una enérgica reacción en contra de las autoridades.
Por otra parte, las divisiones internas eran enormes y están muy presentes en su libro…
Los anarquistas, en cuanto a agentes libres, poseían una libertad de actuación. Está claro que todos ellos compartían un credo de pensamiento común, pero si bien muchos eran partidarios de la acción violenta, otros creían que la propaganda pacífica era la mejor manera de volver a las masas en contra de la opresión.
Hoy en día resulta difícil saber quién tenía razón en ello, pero sin duda la acción violenta acabó volviéndose contra aquellos que la practicaban, en la forma de una dura represión que acallaría a los anarquistas durante varios años.
Los anarquistas dieron una enorme importancia al uso de la propaganda
Los anarquistas tenían dos formas de propaganda: la primera, más típica, consistía en adoctrinar a las masas a través de panfletos y discursos: recordemos que gran parte de la clase obrera de la época era incapaz de leer, así que muy a menudo la palabra oral era el único medio que tenían de conocer esas doctrinas. La segunda era la “propaganda por el hecho”, donde las acciones violentas tenían el protagonismo; los atentados con bombas eran el último paso de esta doctrina, que justificaba el asesinato y la violencia a fin de concienciar de la situación de la clase obrera.
La secuencia en el Liceo: la función de ópera, la bomba, la persecución. Varias voces y acciones paralelas. Es un auténtico tour de force.
Lo más importante era mantener el criterio histórico, y al mismo tiempo ser capaz de hacer una escena que resultara trepidante. No soy un fanático del rigor pero sí me gusta que lo que aparezca en la viñeta haya sido al menos investigado y comprobado, y procuro respetar los hechos tal y como fueron, para después poder utilizarlos a mi conveniencia. Por ejemplo, el hecho de que dos bombas se lanzaran y solo una de ellas estallara permite explicar la acción de Holmes durante el atentado, de modo que la ficción aprovecha el suceso real.
Por otro lado, mantener este equilibro no siempre es fácil, porque a menudo la historia en sí puede resultar aburrida, y lo que queremos es captar el interés del lector; además en esta escena perdemos de vista a Holmes, así que el reto es hacer desaparecer al personaje sin que el lector le eche de menos.
En ese ambiente Sherlock Holmes intenta mantener la calma, la prudencia, marcando distancias con todas las partes implicadas en el conflicto interior.
Algo que tuvimos muy presente, en esta historia, era que no queríamos caer en el maniqueísmo: en ningún caso justificamos la violencia anarquista, pero tampoco respaldamos la actitud de unos burgueses que vivían al margen de la situación precaria de las clases obreras. Como guionista, siempre he sido más partidario de plantear preguntas que de ofrecer respuestas, así que me gusta lanzar cuestiones para que el lector llegue a sus propias conclusiones: creo que la actitud de Holmes responde un poco a esa actitud, que no pretende adoctrinar a nadie.
En “Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona” hace un homenaje al gran holmesiano Carles Puyol…
Carles Puyol fue el primero en traer a Holmes a Barcelona, en su obra “Los secretos de San Gervasio”, por lo que la referencia era casi obligada. Finalmente, acabamos tomando prestado a uno de sus personajes en esta novela, el contacto del consulado Rendshaw; lamentablemente el autor falleció durante la realización de nuestra obra, así que añadimos una nota al respecto reconociendo la deuda.
El respaldo y apoyo de la comunidad holmesiana ha sido muy importante…
Sin duda, tanto la sociedad holmesiana a la que pertenezco (el Círculo Holmes de Barcelona) como otras asociaciones españolas y extranjeras se mostraron entusiasmadas con el proyecto desde el principio, y su ayuda ha sido inestimable tanto para resolver distintas cuestiones y dudas como a la hora de promocionar la obra. Han sido muchos los amigos holmesianos con los que he compartido debates acerca de cuál sería la actitud del personaje en determinadas situaciones, y en el caso del Círculo Holmes, el detective de Baker Street les rinde homenaje apareciendo frente a su sede, en la Plaza del Pí, de camino al teatro del Liceu en uno de los capítulos; sirva este pequeño reconocimiento para agradecerles su apoyo en la realización de la obra, y en darla a conocer por medio mundo.
¡Hace un homenaje a un submarino!
La idea del submarino suponía un triple homenaje: por un lado, permitía la referencia a Narcís Monturiol (y de paso, introducir el tema del espionaje internacional, que está en el motivo del viaje de Holmes a Barcelona), hacer una mención a la película “La vida privada de Sherlock Holmes”, donde (sin desvelar detalles de la trama) un submarino tiene un papel primordial en la historia… y finalmente, mientras estaba en pleno proceso del guión cayó en mis manos una entrevista a Mike Mignola, donde el autor de Hellboy decía que en toda historia victoriana debía aparecer por obligación un submarino; eso acabó de decidirme por incluirlo. Al margen de esto, sin duda el submarino actúa como un elemento que sin ser esencial, sí permite que la trama avance.
En el libro resuelve el problema de los dos Moriartys.
Al igual que con los hechos históricos, también el canon holmesiano se utiliza en la obra como base de ficción, pero siempre al servicio de la historia. Así, ese peculiar “enigma” de los diversos Moriartys (que al parecen eran hasta tres) se utiliza a nuestra conveniencia para desvelar uno de los detalles del relato.
De un flashback nació el segundo libro
Una de las principales preocupaciones a la hora de hacer “Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona” era que no hubiera cabos sueltos, por lo que tuve un especial cuidado en que todas las tramas, principales y secundarias, quedaran bien cerradas. Entonces fue cuando el editor me pidió una continuación…
Mientras pensaba qué hacer, me di cuenta de que habíamos dejado una historia pendiente, la que Holmes cita de pasada acerca de su encuentro con el Coronel en Rusia, donde también tenía protagonismo Irene Adler. Este fue el hilo del que pudimos tirar para la nueva historia, haciendo no una secuela sino una precuela de la obra de Holmes en Barcelona.
Titulada “Sherlock Holmes y el legado de Moriarty”…
Nos muestra la primera aventura de Holmes durante sus Años perdidos, en lo que se conoce como “El Gran Hiato”. En este caso, y tras encontrarse con Irene Adler, el detective acabará viajando hasta San Petersburgo para cumplir una misión encargada por el Foreign Office, y de cuyo éxito podría depender el frágil equilibrio de poder entre el Imperio británico y ruso en Asia.
Sin revelar nada importante de la trama, solo añadiré que al igual que en Barcelona la documentación y búsqueda ha sido muy exhaustiva, y que si bien en el primer volumen toda la historia se articulaba en torno a un suceso concreto, en este caso es la época y su contexto lo que nos da el escenario y fondo para crear la trama.
En la obra lleva a Holmes a otro periodo convulso aún más…
La Rusia de finales del zarismo es una de las épocas más interesantes de la historia reciente del país. Lógicamente, hay mucha bibliografía acerca de Nicolás II, que es el último Romanov, y también de su abuelo Alejandro II, que es el Zar que realiza una serie de reformas que, entre otras cosas, suponen la eliminación de la servidumbre. Sin embargo, muy poco se ha escrito sobre Alejandro III, el zar que se sitúa entre ambos y que, en gran parte, anuncia la caída del zarismo en Rusia ya en el siglo XX.
¿Cómo era?
Alejandro era un zar que llega al trono por casualidad, sin ser el candidato designado previamente, ya que su hermano muere durante su juventud y se ve finalmente obligado a aceptar esa responsabilidad. Hombre irascible y dado a la bebida, tiene una actitud violenta y retrógrada como gobernante, lo cual se traducirá en una mano dura con cualquier aspecto de liberalismo en el Imperio Ruso, al tiempo que movimientos como el comunismo empiezan a dar sus pasos con figuras como un joven Vladimir Lenin.
La Rusia del siglo XIX era una olla a presión…
La revolución que estalla en 1917 empieza a gestarse en realidad mucho antes, probablemente durante el reinado de Alejandro III. El nuevo zar, cuyo padre es asesinado por aquellos a los que había concedido privilegios como nunca antes en la historia del Imperio, ve el suceso como una dirección a seguir, y su reinado se caracteriza por la opresión y una prohibición total de libertades.
Frente a esto, los revolucionarios seguían atentando contra el poder, y al mismo tiempo una élite intelectual y aristocrática miraba hacia Europa con la esperanza de que ese imperio anclado en el pasado progresara. Todo ello hace que, una vez entrado en el siglo XX, la tensión acumulada acabe estallando cuando Rusia entra en una guerra donde su retraso frente a sus enemigos e incluso sus aliados quede patente, y el gigante con pies de barro acabe desmoronándose.
La revolución y la contrarrevolución. Una partida de ajedrez, muy difícil de narrar…
Uno de los principales problemas de realizar cualquier obra de tipo histórico es juzgar una época con la mentalidad de otra. Por ejemplo, aquel que atenta contra el poder puede ser un revolucionario, pero muy probablemente ellos mismos se consideren liberadores, y la forma en que pasarán a la historia solo dependerá de si tienen o no éxito en su empresa. De la misma forma, en la Rusia zarista el pueblo se veía oprimido, y por tanto los revolucionarios aprovechaban este descontento para imponer sus ideas a golpe de violencia y atentados.
En mi caso, siempre procuro no caer en el maniqueísmo, y no tomar partido por ninguna de las opiniones enfrentadas: siempre prefiero ofrecerte preguntas que dar respuestas, a fin de que el lector extraiga sus propias conclusiones. Esto queda muy claro en “Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona”, donde tanto los burgueses como los anarquistas cuentan con sus propias luces y sombras.
De los muchos Holmes que existen en el Canon, usted escoge el Holmes espía…
Me gusta la idea de Holmes como espía, porque es algo que Doyle presenta en sus relatos (pensemos en “El último saludo”, sin ir más lejos), pero al tiempo, siempre he pensado que el detective se sentiría muy incómodo en ese papel. Es decir, como investigador, Holmes es un buscador de la verdad, y a menudo incluso no duda en dejar que el culpable escape tras haberle descubierto, entendiendo que la justicia de los hombres no debe aplicarse a su caso particular. En cambio, un espía es todo lo contrario: la manipulación, la falsedad y la argucia están entre algunas de las cualidades que se debe exigir a un agente secreto, y en nuestra obra hemos plasmado esta tesitura en la que Holmes se encuentra cumpliendo una misión que, a su vez, significa faltar a su principal interés como detective consultor.
Y como todo holmesiano que se precie sucumbe al encanto de Irene Adler
Debo confesar que Irene nunca ha sido uno de mis personajes preferidos, y siempre he considerado que toda su fama se la debe a lo que después se ha arrojado encima de ella, especialmente a su relación con el detective, que no aparece en “Un escándalo en Bohemia”. Sin embargo, introducirla en la historia creo que es un acierto por el contrapunto que supone a Holmes, y más aún después de ver la recreación que realiza Jordi: le ofrecí una serie de actrices que en mi opinión podrían encarnar con convicción a La Mujer (como Maggie Gyllenhal o Eva Green), pero su interpretación ha sido completamente original, y reconozco que me he enamorado por completo de la Irene Adler que surge del lápiz de Jordi Palomé.
En las pocas viñetas en que Holmes coincide con Watson se traslada una relación llena complicidad y confianza y sobreentendidos…
En los relatos originales Watson es el cronista, por lo cual toda la información que recibimos es a través de sus ojos: por ello, el lector es consciente en todo momento de que el buen doctor no es el bufón que muchas veces se ha representado en el cine, sino un hombre con una inteligencia singular. Al mismo tiempo, es él quien “humaniza” a Holmes, al tiempo que sirve de contrapunto al carácter excéntrico del personaje. En nuestras obras, siempre hemos intentado mostrar esta peculiar relación entre ambos hombres, basándonos en la representada por Vitali Solomin y Vasili Livanov en la serie de televisión soviética sobre Holmes que se realizó en la década de los años ochenta.
En el primer libro el Liceu, en éste el Gran Teatro del Bolshoi…
Si el Liceu era el gran templo de la burguesía en Barcelona, en el caso de Moscú este papel lo representaba el Bolshoi: hay que tener en cuenta que “Bolshoi” en ruso significa “grande”, y ese teatro lo es, en tamaño y prestigio. Pero este templo de las artes era algo vetado por completo a las clases humildes, y su uso y disfrute solo se reservaba para los aristócratas y aquellos afines al Zar.
Aparece un nuevo personaje, al que le da un vuelta de tuerca, Miguel Strogoff
Miguel Strogoff de Julio Verne es una de mis novelas preferidas de todos los tiempos, y su lectura me ha acompañado durante muchos años. Sin embargo, en “Sherlock Holmes y el legado de Moriarty” no nos hemos limitado a situar al personaje en la historia, sino que lo recuperamos varias décadas después de lo narrado por Verne, con un nuevo zar en el poder y un cambio de actitud en el personaje. El Miguel Strogoff que aparece, llamado (correctamente) Mijail Strogov, es un soldado desencantado que ha luchado por el Imperio y fue galardonado por ello, pero que ahora se ve ignorado, y además ha de contemplar cómo el nuevo zar no es un digno heredero de su padre y por tanto no merece el trono. El correo del zar se convierte así en un conspirador, y aunque no deseo revelar detalles, creo que todo lo acontecido al personaje resulta completamente lógico y coherente con el dibujo que realiza Verne en la novela original.
Esta vez los paisajes son luminosos, los interiores lujosos , ha tenido que ser un placer reproducir esa Rusia
Creo que no ha sido tan placentero para Jordi, que ha tenido que esforzarse mucho en representar ese lujo, empeñándose en dibujar hasta el último detalle de las grandes lámparas que colgaban de los salones en los palacios, o el esplendor de los uniformes y vestidos. En cierta manera, la intención ha sido alejarse un poco de la sordidez y oscuridad de Barcelona, y mostrar la luminosidad de un imperio esplendoroso que se hallaba al borde de la caída.
Asimismo, el relato coincide temporalmente con las Noches Blancas, ese momento especial del año en el que el sol no se llega a poner del todo en San Petersburgo, de manera que hemos podido jugar con la luz de una manera que no habría sido posible en cualquier otra ciudad: aquí ha sido indispensable la labor de coloreado realizada tan brillantemente por Xavi Casals.
“Sherlock Holmes y los muñecas rusas”, continuará “El legado…” con las aventuras del agente doble Holmes
En “Sherlock Holmes y el legado de Moriarty” hay una referencia que se va repitiendo, y esta es el enigma de las muñecas rusas, un caso que Holmes reconoce haber resuelto en colaboración por la Ojrana, entre algunas escenas de la novela gráfica; este “enigma” será el punto de partida de una novela que aparecerá probablemente en 2017, y donde sabremos qué es lo que sucede entre bastidores.
En este caso, y si bien Holmes había actuado en la novela gráfica como espía, tendremos un relato en el que le personaje actúa como un detective clásico, investigando una serie de asesinatos sucedidos en la ciudad de San Petersburgo, con unas muñecas de madera como única pista; para esta obra aún no contamos con ninguna editorial, pero en caso de no encontrarla nuestra intención es que aparezca a través de suscripción o crowdfunding.
Por el amor de Holmes titula el epílogo de uno de sus libros
Nunca he sido capaz de explicar el porqué de mi afición por Sherlock Holmes: recuerdo que mi primer contacto con el personaje fue la serie de Hayao Miyazaki, y también haber leído algún relato durante la adolescencia, pero no fue hasta la época universitaria cuando empecé a devorar los libros uno tras otro y más tarde inicié una búsqueda de pastiches y obras de referencia que continúa hoy en día.
No estaba solo…
Probablemente, ingresar en el Círculo Holmes y conocer a gente con la que comparto mi afición por el personaje ha sido una de las mejores cosas que me ha sucedido en la vida, así como conocer a Jordi Palomé, que se ha convertido en mi fiel compañero en esta aventura de llevar a Holmes primero a Barcelona y después a Rusia. Solo el destino sabe si podremos volver a narrar más aventuras de Holmes, en cualquier caso quiero agradecer a todos los que hayan comprado nuestras obras su confianza, y espero que disfruten de nuestro trabajo; al menos esa es nuestra intención.
Una entrevista de Luis de Luis Otero (Jabez Wilson) Para el Círculo Holmes
Admin - 20:14:08 @ ENTREVISTAS
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